domingo, 24 de marzo de 2013

PRÓLOGO PARA UN CORTO

Mientras me decido entre levantarme de la cama o no, vuelvo a fantasear sobre cual sería el supuesto titulo para un posible libro y para no ser ambiciosa decido que sería un corto. 
Un corto siempre me ha recordado a un corto de cerveza que era lo que en las tabernas de mi pueblo se servía antes de tirar la casa por la ventana y derrochar con una caña.
Aunque, claro, llamarle "corto" a un corto es poco original es como llamarle gato a un gato, dog a un perro, es una obviedad tan obvia... salvo que sea la intención
So, man, let's find a name for this unwritten work of art* (lo siento ha sido la influencia de Adele en los auriculares)
Decidido, lo llamaré "Chato" que viene a ser lo mismo pero de vino, más refinado, con ese toque de clase que da siempre el elixir de Baco, aunque sea vino de taberna en vaso y no en copa, que es un corto y además un primer trabajo y no quiere una pecar de pretenciosa y vestirlo de gala y servirlo con tapas de piel y letras doradas, en una copa de cristal de Bohemia. Que es como ponerle de tapa una cazuelita de deconstrucción de garbanzos con callos con espuma de tocino ibérico a un chato de pitarra. 
Además, he buscado "chato" en la wikipedia y tiene muchas acepciones, es decir, que este prólogo me puede servir para cualquier cosa que se me ocurra escribir mañana cuando me despierte. 
Y en este ambiente onírico que el calorcito de las mantas aún me proporcionan, las letras escritas han decidido ponerse a leer.

-"Pero bueno, "Chato", sí, pero ¿dónde está?"
-"Es que es un corto"
-"¡Ah! ¡Ya! ¡Y tanto...!"

Y a todo esto.... ¿los corto llevan prólogo? Porque va a "costar" más el guiso que el pollo.
 Mira, que mejor me levanto. 




*(Vamos, tío, encontremos un nombre para esta obra de arte)

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